12 PLACE VENDOME



Hace dos días que llegado de Varsovia y me encuentro instalado en una buhardilla en pleno barrio latino. Desde sus ventanas puedo ver los tejados con sus altas chimeneas, las típicas mansardas del histórico barrio y la imponente torre de la iglesia de Saint-Germain que, de vez en cuando, me regala con el sonido de sus campanas. Esta mañana cuando ha despertado con su alegre repicar, ha venido a mi memoria el fragmento de una novela de Alphonse Daudet, “Le petit chose”, que leí en mi adolescencia. Cuando el joven protagonista llega a París calzado con zapatillas y se aloja con su hermano Jacques en una buhardilla que yo imagino como esta, y Jacques le dice: “Querido mío, una muchedumbre de hombres célebres han venido a París en zuecos, tú, sin embargo, puedes decir que has venido en zapatillas”.
Yo no he llegado en zapatillas como él pobre “Petit chose”, pero sí con una pequeña maleta, una carpeta de partituras bajo el brazo y la cabeza llena de ilusiones.

MEFISTO VALS


-¿Puede pasar ya la paciente?, doctor
-Espere un momento, voy a consultar su historia. Veamos Isabel Fontaine, 25 años años. Diagnostico, paranoia severa. Intento de asesinato. Dígame, señorita Duchamp ¿cómo se comporta la paciente?
-Bien, bien, parece tranquila. Si quiere que le diga la verdad no nos da ninguna guerra. Al principio de su ingreso, pasaba horas y horas frente a la ventana de su habitación contemplando el parque, sumergida en una especie de perpetua ensoñación y cuando bajaba al jardín, siempre se sentaba en el mismo banco, bajo una acacia y, meciéndose, tatareaba un vals o algo parecido, no sabría decirle. Pero desde hace cosa de dos meses acude a menudo a la biblioteca y se surte de libros; también ha comenzado a relacionarse con otros pacientes.
-Un caso interesante. Hágala pasar.

BUSCANDO A RAVEL


Había oído decir a alguien que cuando llegas a una ciudad lo primero que debes hacer es comprar el periódico y tomar un café. Detrás del palacio de Luis XIV y junto a una glorieta, encontré una librería-papelería donde vendían también periódicos. Salí de la librería y me senté en la terraza  de una de los cafés de la plaza Luis XIV y eché un rápido vistazo al periódico. No había grandes noticias, pero una de las páginas estaba dedicada al Festival Ravel y a los conciertos que organizaba la Academia Internacional de Música. Con un lápiz me dediqué a subrayar los que más me interesaban.